Jamás ha dejado a gamba a ninguno de su equipo. Siempre está ahí, exigiendo luego de exigirse, alentando en cada
caída ajena, disimulando sus dificultades para no ser nunca víctima, entrenando adelante para tirar del carro y no para presumir algo. Siempre fue así, su carrera habla por él.
Tiene errores, como cualquiera, pero se para de frente a cualquier adversidad y va, como un toro. Yendo contagia.
Yendo y contagiando se hace querer. Siempre fue así, su camino lo demuestra.
Respeta y acompaña, lucha, lucha y lucha. Respalda todo el tiempo, recupera muchas y se levanta para volver a enfrentar a quién lo deja atrás, en las otras ocasiones. Siempre fue así, sus años de futbolista lo demuestran.
Hace suyo todo lo de los demás. Goles, victorias, lesiones, equivocaciones. Por eso vale oro. No busca sobresalir, busca ser el hombro de sus compañeros en cada batalla. Por eso hoy no se irá hoy del césped del Brigadier como
figura o destacado por el zapatazo que clavó o por los chichones que se lleva de tanto sacar de cabeza en su área.
Simplemente se irá feliz, como siempre que al equipo le va bien.
Así es Federico Lértora, basta con mirarle la mirada. O basta con conocerlo un poquito, nada más, para saberlo.

Por César Carignano.