Elegí esta palabra como título porque es mi sensación y lo que se repetía en el vestidor por parte de compañeros, Cuerpo Técnico y Staff tras la culminación de nuestra participación en la League Cup 2023. Entiendo que deportivamente no logramos el título, ni jugamos por el 3er o 4to puesto, y que vivimos en una sociedad extremadamente exitista, de la cual no me excluyo, y siempre consideré que lo único que sirve es ganar. Sin embargo, esta experiencia me sirvió para valorar el proceso y las formas, las cuales muchas veces dejo de lado por el simple deseo de ganar.
Llegamos a Philadelphia con la confianza de que podríamos hacer un buen torneo, pero también con dudas debido a nuestro último partido contra Atlético San Luis, donde no mostramos nuestra mejor versión y obtuvimos un resultado doloroso. Nuestro comienzo no fue como esperábamos, arrancamos con una derrota de 5 a 1 frente a Philadelphia, por entender que nos jugábamos todo frente a Xolos el siguiente domingo si queríamos avanzar de fase.
Pero creo que ese partido fue un punto de inflexión para lo que comenzamos a vivir. Cuando hablo del proceso y las formas en los párrafos anteriores, me refiero a que éramos un grupo prácticamente nuevo, en mi caso me tocó integrarme 2 semanas después de haber comenzado la pretemporada. Otros compañeros se unieron más tarde aún, o incluso en el caso de Fernando Tapia (quien se transformó en un pilar muy importante para el equipo y una de las revelaciones del torneo), llegó en la segunda fecha de la liga debido a la lesión de Memo Allison.
La organización fue excelente, nos hospedamos en hoteles de primer nivel, nos proporcionaron instalaciones y estadios para entrenar en perfectas condiciones, y ofrecieron una logística muy efectiva. Ante cualquier necesidad, ya sea en la alimentación, la recuperación del equipo o para momentos de ocio, como presenciar un entrenamiento del equipo de fútbol americano Patriots o un partido oficial de béisbol de los Red Sox de Boston, siempre estuvimos bien atendidos.
La convivencia fue una de las cosas que más valoro y que considero fundamental de nuestra estadía. En los horarios de desayuno, almuerzo y cena, nos sentábamos todos juntos en una gran mesa donde había muchas charlas, risas y un ambiente muy cálido. Luego teníamos tiempo para compartir un café en las cercanías del hotel, salíamos a recorrer las ciudades en las que estábamos alojados, hacíamos fisioterapia e incluso organizábamos partidas de póker.
Nunca hubo espacio para quejas; en cambio, se percibía un ambiente de armonía y muchas ganas de competir. Creo que esto fue lo que nos llevó a sentir un compromiso mutuo, a poner al equipo por encima de todo y a dar un poco más de cada uno en beneficio del grupo y la institución. Así logramos trasladarlo a la cancha cuando nos tocó competir. Nos quedamos con ese sabor amargo de haber estado tan cerca de llevar al menos el último partido a una tanda de penales y conseguir el pase a semifinales, lo que también nos habría asegurado jugar hasta el último día del torneo.
Como reflexión final, considero que este torneo nos sirvió para consolidarnos como equipo y confiar en nuestras virtudes, maquillando nuestros defectos para poder competir en cualquier lugar y contra cualquier rival. Además, siento firmemente que no podemos relajarnos, que debemos redoblar esfuerzos y que este debe ser nuestro punto de partida como equipo para que, ahora que retomamos nuestro torneo, sigamos creciendo y logrando los objetivos que nos hemos trazado como grupo.